domingo, 17 de abril de 2011

Es mejor quemarse que apagarse lentamente.

"Ahora que puedo despedirme como quisiera hacerlo entonces, ahora que puedo ser objetiva con este “hasta luego”, ahora que aún no me has hecho daño, ahora que aún no te he roto el corazón, ahora que no se si tendré que despedirme algún día. Ahora te pido perdón. Te pido perdón por todos los viajes que no hemos hecho, por todos los lugares a los que no habré ido contigo por falta de tiempo, perdón por haberte dado demasiados abrazos, por haberte comido a besos y a mordiscos, por levantarme despeinada, por ser lo primero que deseo llevarme a la boca cuando despierto. Perdón porque poco a poco me habré ido conociendo tu cuerpo, cada día seré un poco menos turista y a la vez cada día descubriré un lugar nuevo donde aún no habré estado. Perdón porque te daré demasiadas lunas gratuitas, porque no querré dejar de sorprenderte, perdón porque no te haré caso cuando me digas algo. Te pido perdón así, de este modo, porque no te contaré todo, pero te diré sin miedo todo lo que querré algún día. Y vengo a despedirme ahora que no quiero irme. Así que, te regalo una despedida sin marcharme, porque tal vez mañana te dejaré una hoja en blanco y no sabré que decirte y entonces volveré a leer esta carta para acordarme y recordarte porque te quedas y porque no me marcho."



¡Semana Santa!


Vuelta a casa, con los de siempre, donde siempre, haciendo lo de siempre.


Cuánto les echaba de menos.






"Quizás se acusen a mis besos de asalto a tu propiedad. Quizás los recuerdos hagan sombra cuando el futuro no deje de mirar. Quizás como imagen de mi memoria. Quizás como argumento de esta historia"

No hay comentarios:

Publicar un comentario