domingo, 8 de enero de 2012

La frase tonta de la semana.


Ella lo sabía, sabía que el olor de mezcla de colonias que inunda las calles cuando pasas por delante de la puerta de una perfumería se lo recordaría. Le recordaría que necesitaba aquello más de lo que pensaba. Que lo que podrían llegar a construir algún día -si él quisiera- acabaría con todo lo demás de un soplido. Faltaba esa chispa. La chispa que te da una copa de ron de más. Así que tenía que espabilar porque el pequeño final perfecto quizá llegaría en cualquier momento; o quizá no, que más da. No podía quedarse quieta mirándolo a los ojos sin saber si era el momento idóneo para decir lo que tanto tiempo llevaba queriendo decir: ... eso, lo de siempre.
Ella no sabía si era él, si era el invierno o si lo único que necesitaba era volver a ilusionarse por alguien. Aún seguía en ese punto de inflexión del que no había logrado salir desde ese día en el que a media noche se fue; dejando las llaves y pensando que ya vendría otro a hacer sus sueños realidad.
Ahí sigue, en busca del lobo feroz que logre arrebatar el puesto al supuesto príncipe azul que aún esté por llegar.